Dos jóvenes, llenos de ilusión, deciden viajar a Singapur para celebrar su luna de miel, un viaje que debería haber sido el comienzo de una nueva etapa de felicidad en sus vidas. Sin embargo, lo que empezó como una aventura romántica terminó de la peor manera, detenidos por pegar una simple pegatina en la casa de Peter Lim y mostrar un cartel.
Es cierto, Peter Lim es el dueño del Valencia. Te puede gustar más o menos su gestión, pero, nos guste o no, es el dueño del club, lo haga bien o lo haga mal. Como aficionado, socio y abonado del Valencia, hay muchos lugares donde puedes expresar tu descontento, en el estadio, en las calles de España, incluso frente al mismo Mestalla. Pero viajar hasta Singapur, un país tan lejano y distinto, de luna de miel y hacer una protesta tan insignificante como pegar una pegatina y exhibir una pancarta, fue un error que les costó caro.
Es fácil pensar que una acción tan inocente no debería tener consecuencias, al menos no en nuestro entorno. En España, no es un delito, ni siquiera se acercaría a serlo. Pero cuando viajas a otro país, te expones a sus leyes, a su cultura y a sus normas, que pueden ser muy diferentes a las nuestras. Lo que aquí parece insignificante, allí puede considerarse grave, y eso es algo que a menudo olvidamos cuando salimos de nuestro propio país.
Con toda seguridad, este aficionado desconocía las implicaciones de lo que estaba haciendo. Quizá lo vio como una hazaña, algo que mostrar en redes sociales, un gesto de rebeldía que compartir con orgullo entre los suyos. Pero alardeó de su acción en un país donde las leyes no son las mismas que las nuestras, y esa falta de conocimiento ahora lo ha llevado a enfrentar una situación de la que nunca imaginó formar parte, él y su novia, que lo acompañaba en este acto, están detenidos en un país extranjero, lejos de casa, por una acción que aquí hubiera sido vista como trivial.
Ahora, lo que todos esperamos es que con un poco de suerte, puedan regresar pronto a España, y que todo esto quede como una amarga lección. Sin duda, es un gran aficionado del Valencia, pero su pasión por el equipo no puede justificar su desconocimiento de las leyes de otros países. Ojalá pueda volver pronto, pero su historia nos recuerda lo importante que es ser cuidadoso cuando viajamos al extranjero, especialmente si decidimos protestar o reivindicar algo. La libertad de expresión es un derecho, pero siempre hay que ser conscientes del lugar en el que estamos y de las leyes que nos rigen.