El fútbol, más que un deporte, es pasión, sentimiento y rivalidad. Una rivalidad que puede ser intensa, pero siempre debe ser sana. En el derbi de la capital, los colores se viven con una fuerza indescriptible, pero no debemos olvidar que, al final del día, el respeto debe prevalecer.
Últimamente, he visto que algunos aficionados se preparan para el partido con mascarillas, no para protegerse del aire o de cualquier resfriado, sino con el único fin de insultar, de ocultar sus rostros para centrar su odio en un jugador. ¿Por qué llevar una mascarilla para insultar a alguien? Especialmente a alguien que, aunque es indudablemente un gran jugador, tiene también una personalidad explosiva y en ocasiones provocadora. Sí, es cierto que Vinícius es un talento extraordinario, pero también sabemos que, en los estadios rivales, no será recibido con aplausos, sino con el objetivo de desquiciarlo. En el Metropolitano, este domingo, será sin duda uno de los focos principales de la afición rival.
Pero yo, que también estaré en ese estadio, no iré con una mascarilla ni con el propósito de insultar. No estoy allí para buscar culpables o desquiciar a nadie. Voy a animar a mi equipo, el Atlético de Madrid, con todo mi corazón. Si ganamos, celebraré con orgullo, y si perdemos, lo aceptaré con la misma dignidad. El fútbol es así, unas veces se gana y otras se pierde, pero siempre debemos mantener la cabeza alta y el respeto hacia el rival.
No podemos olvidar que Vinícius, al igual que cualquier otro jugador, necesita muy poco para reaccionar, y muchas veces, las provocaciones vienen de ambos lados. Pero al final, ¿quiénes serán los verdaderos perdedores si caemos en esta espiral de odio y provocación? No será solo Vinícius, sino también el Atlético y su afición.
Porque aunque Vinícius pueda ser un provocador, hay formas correctas de hacerle ver que sus actitudes no son las mejores, y esas formas no pasan por esconderse detrás de una mascarilla para insultarle. Me parece casi surrealista ver cómo algunos piensan que esta es la mejor manera de expresar su descontento. ¿De verdad queremos ser una afición que se escuda en el anonimato para faltar al respeto?
Es cierto que la actitud de Vinícius en ocasiones es reprochable, y nadie lo niega. Pero recurrir a una mascarilla, a la cobardía de ocultarse para lanzar insultos, es un error mucho mayor. Al final, con tanta tontería centrada en Vinícius, los verdaderos perjudicados seremos nosotros, la afición del Atlético.
Este domingo, iré al Metropolitano con la ilusión de ver ganar a mi equipo, pero sobre todo, con la convicción de que el respeto y la deportividad deben estar por encima de todo. Que el derbi sea una fiesta del fútbol, no un espectáculo de odio.