Hoy arrancó una jornada emocionante en el fútbol con la séptima jornada de La Liga y el comienzo de la Champions League. El primer encuentro del día nos llevó al duelo entre el Mallorca y la Real Sociedad, un partido que, aunque no destacó por su espectacularidad, sí fue decisivo. Un único gol definió el encuentro, obra de Abdón Prats en el minuto 36, que adelantó al Mallorca y selló el marcador final de 1-0 a favor de los locales.
Este resultado es de gran importancia para el Mallorca, ya que estos tres puntos le dan aire fresco en la tabla, especialmente de cara a las tres salidas que tienen por delante. Sin haber mostrado un fútbol deslumbrante, el equipo balear supo sufrir y mereció la victoria, mientras que la Real Sociedad estuvo lejos de su mejor versión. Apenas unos días atrás, la Real había desplegado un buen fútbol, pero hoy parecía un equipo completamente diferente. Esas diferencias les costaron caro. Con este resultado, el Mallorca suma ya 8 puntos, mientras que la Real Sociedad se queda con 4, sumida en una pequeña crisis de identidad en este arranque de la temporada.
El plato fuerte del día nos trasladó a la magia de la Champions, con un enfrentamiento del fútbol europeo, el Real Madrid frente al Stuttgart. La primera mitad fue para olvidar por parte del conjunto blanco. Desconectado, sin ideas, y con un portero, que terminó siendo el héroe del equipo para evitar males mayores. Pero el Real Madrid tiene una mística especial en la Champions League, una especie de conexión mágica con esta competición que lo transforma en momentos clave.
En la segunda mitad, todo cambió. Apenas iniciada la reanudación, en el minuto 45, Kylian Mbappé apareció para abrir el marcador y poner el 1-0, encendiendo las esperanzas de los merengues. Sin embargo, el Stuttgart no se amilanó y empató en el minuto 67 con un gol de Deniz Undav, complicando nuevamente el panorama para los de Ancelotti. Pero el Madrid, fiel a su leyenda, no perdona. En el minuto 82, Antonio Rüdiger marcó el 2-1 y, en tiempo de descuento, Endrick selló el definitivo 3-1.
Este resultado es más que una simple victoria para el Madrid. En la Champions, no importa cómo jueguen en otras competiciones, el Real Madrid se transforma. Es un equipo que, si le das una oportunidad y no la aprovechas, te castiga sin piedad. Eso es lo que lo hace único en esta competición, una especie de vara mágica que les permite sobreponerse a cualquier adversidad. Hoy, sin brillar, sin un gran despliegue de fútbol, el Madrid ganó. A veces, pareciera que lo hacen con la ley del mínimo esfuerzo, pero siempre encuentran la forma de salir victoriosos.
Y es que en la Champions, el Real Madrid es imbatible. Si les perdonas, estás perdido. Pueden no dominar el juego, pero su capacidad para resolver los partidos es inigualable. Así, una vez más, demostraron por qué son los reyes indiscutibles de Europa.